domingo, 30 de septiembre de 2018

Mis tres...




¿Qué hubiera sido de mí sin ese amor sacralizado?
¿qué hace una sin su pasado?
Jamás le cedería la posibilidad a otro aburrido e inoportuno pasado
pero ¿qué hacemos ahora tiempo?
te sedujo y quedaste prendado de mi hermana la imaginación
aunque lo entiendo... yo tampoco viviría ni un minuto sin ella...




Me sacudo de ustedes como la mujer que necesitó latir con tres corazones enteros para hacerla revivir.  No me di tregua y usé cada gota de sangre de la que me pudieran proveer, no esperé donaciones,  extraje la que necesitaba en cada momento en que sentí asfixia, seguí y seguí, turnándolos, hasta dejarlos secos. No siempre estuvo disponible y ante esa falta de disponibilidad justifiqué con mil  versiones en mi cabeza cómo poder obtenerla. 

Primero te vi a ti A y reconocí que me darías fuerza, estando a punto de desvanecerme de dolor ante la primera confesión de muerte conmigo misma, estabas tú ahí, frente a mí, viendo lo que acontecía, ya habías sido testigo de bastante… ¿lo de esa noche? Una borracha llorando sin sentido, abrazando a su mejor amigo, después de haber besado a varios y varias. Sentí el primer respiro, la primera descarga que me hizo palpitar nuevamente, saber que alguien también me había visto… alguien con ese temple, con la belleza-fiereza de tu carácter, con la potencia de tu mirada... en ese momento reconocí en tus ojos un dolor semejante, algo en ti también estaba roto, así te convertiste en mi otro, en legítimo espejo y comencé a ponerle subtítulos a nuestras miradas… tú seguiste poniendo subtítulos a las canciones y vislumbré otro mundo posible… si tú seguías de pie yo también podía dejarme morir…

Luego llegué a ti J, ya había puesto mis ojos en ti aún antes de necesitarte… por alguna razón eres la punzada más fuerte en esta sacudida, la lágrima más sentida… ya reconocida mi muerte, daba pasos más o menos determinados hacia mi duelo, me iba desprendiendo de la vida que tanto amé y tal vez necesitaba explicármelo, traducirme o crear lenguajes que delinearan porvenir…  tus ojos me descifraban y yo me iba descifrando en ellos, me devolvías toda información con una lógica distinta, la tuya, la mía confrontada…  nacía una nueva verdad… ahí mismo, entre tú y yo, en cualquier momento, en cualquier lugar, al encontrarnos, todo minuto era espacio de creación… contigo no sólo respiraba otra vez,  sino que nadaba libremente en mutua complicidad, sin necesidad de tomar aire…  se hizo realidad la revelación de un sueño, originar una naturaleza alterna…

Finalmente te presentaste tú M, en la noche menos esperada, ni siquiera te advertí… yo estaba en busca de revancha, de algo que coronara mi orgullo… y me topé con el tuyo, brillando bestialmente, con la misma intensidad que el mío… tal vez yo deseaba sacar ventaja, probar mi superioridad ante lo sucedido… a mí nada me revuelca, yo le doy la vuelta a cualquier situación, supongo que eso viste y también te enganchaste… y me dije: ¡Vaya! ¡Lo encontré! Eras franco, directo, sin dobleces, lo que necesitaba… camino llano para andar, energía plena sin la opacidad de la duda…  animalidad correspondida, mis manos alrededor de tu cuello y nuestros ojos clavados uno en el otro confirmaban un camino sin atajos… pocas veces he sentido tanta dicha, me hiciste estallar en colores que yo misma ideé, lo había conseguido finalmente, era feliz en una dimensión ya intuida…  



Hoy mi corazón vuelve a latir por sí solo y lo desconozco, porque posee sangre que no le pertenece, pero me voy habituando a esta vida de múltiple transfusión, con todo esto que de mis tres, sólo imaginé….


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¿Quiénes se creyeron ustedes tres?
Mis tres, porque eran míos, porque los hice míos
y al hacerlos míos significó que pudieran pasar sin ningún tipo de permiso
Más bien ¿quién creyeron que era yo?
¿me vieron y los llamé?

¿los llamé y se vieron?